Huelga de poetas

Convocados en asamblea urgente, se reúnen los poetas en la casa de Pablo Neruda. Llegan de cada rincón del pais. Cargan valijas y bolsos llenos de versos, metáforas y símiles. Se da inicio a la sesión y, sin perder tiempo, el orador designado toma la palabra. Una serie de tercetos encadenados sobre la discordancia entre el importante rol social de los poetas y su poco reconocimiento público despiertan aplausos de aprobación. A continuación, se aseguran puertas y ventanas. Desde su encierro, los poetas se declaran en huelga.

El gobernador recibe a la mañana siguiente un haiku explicando la razón del paro poético y exigiendo la independencia inmediata de la casa de Neruda. El gobierno ignora el mensaje. La única declaración al respecto la dá un senador, mientras abandona su despacho. “No tenemos tiempo para eso. Estamos muy ocupados con cosas realmente importantes”, dice a las cámaras de televisión. La reacción pública pasa de la burla al desinterés en menos de una semana.

A pesar de todo, la huelga continúa. En la casa de Neruda las terlulias duran días; se organizan talleres sobre los usos y funciones del verso alejandrinos; se escriben sonetos, coplas y romances a los héroes de la protesta poética.

Afuera, el mundo ha perdido la poesía.

El sol ha dejado de ser un disco de oro en el firmamento, para transformarse en una gigantesca bola de gas flameante. Lo mismo han desaparecido del cielo las nubes de algodón y los aterdeceres de terciopelo. Ya nadie mide afectos en distancias, mucho menos a cuerpos celestes; los amantes ya no suspiran abrazados en la oscuridad de la noche, amparados bajo una luna de plata, pues la luna no es más que un pedazo de roca, compuesta en su mayor parte por oxígeno, silicio, magnesio, hierro, calcio y aluminio.

Cansados de que las cosas sean lo que realmente son, la gente se reúne frente a la casa de gobierno, a pedir por el retorno de la poesía. Prenden Velas y enarbolan carteles: “un soneto de Almafuerte” dicen algunos; “unos versos de Alfonsina Storni”, imploran otros.

Finalmente el gobernador capitula y se reúnen con los líderes poetas. Después de días de negociación se llega a un acuerdo: se acepta la independencia de la casa de Pablo Neruda, y se la nombra principal exportadora de poesía.

Inmediatamente los poetas declaran innecesarias las visas, abolen los controles fronterizos y abren las puertas de la casa de Neruda a todo aquel que busque poesía.

Los refugiados llegan de a miles.


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